lunes, 14 de marzo de 2011

La Población

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Evolución de la Población Española en el siglo XX y XXI 
En el siglo XX se ha pasado de una sociedad agrorrural a un modelo urbano-indutrial propio de los países más avanzados del continente europeo. Se ha pasado de una sociedad rural, con una modesta densidad de población, un fuerte porcentaje de jóvenes y un débil crecimiento demográfico (altas tasas de mortalidad y natalidad), a una sociedad urbana y terciarizada, con fuertes aglomeraciones de población (aumentan las desigualdades territoriales) y un crecimiento débil o incluso negativo que viene dado por bajas tasas de natalidad y mortalidad.
La transición demográfica, en cualquier caso, tiene un tardío inicio en España debido a la tormentosa historia social, política y administrativa del siglo XIX. De hecho, antes de 1900 el único núcleo industrial propiamente dicho en el país es Barcelona, que se convierte literalmente en la fábrica de España y durante esos años los entierros seguían siendo superiores a los bautizos. En la España de finales del siglo XIX, en definitiva, la esperanza de vida apenas alcanzaba los 35 años (1880-1890), mientras que las principales magnitudes demográficas indicaban el importante crecimiento demográfico que se estaba produciendo (TN del 36 por mil y TM del 30 por mil) , aunque la emigración exterior (sobre todo a Ultramar) provocaba que el crecimiento real únicamente fuera del 0'4%.
Con la llegada del siglo XX se experimenta un mayor incremento demográfico como consecuencia del descenso de la mortalidad, debido a la mejora de las condiciones sanitarias. La presión de la población registra cotas superiores en las áreas centro y sur, donde el crecimiento natural es superior al 1%. En las tres primeras décadas (1900-1930) España aumenta en seis millones de habitantes su población, un 27%. La Guerra Civil romperá esta positiva tendencia trsyendo tres consecuencias básicas desde el punto de vista demográfico:
- reducción acusada de la natalidad, es decir, se produce una auténtica desnatalidad (niños-as que dejan de nacer y que, probablemente, en condiciones normales hubieran sido engendrados). Dicha pérdida se ha cifrado en 350.000 nacimientos frustrados;
- una paralela reducción de la fecundidad;
- por último, el lógico incremento de la mortalidad.
La etapa de postguerra fue, a todos los niveles, una de las más duras en la historia de España. La vida se rerruralizó, se vivieron diez años de racionamiento económico y se cerraron las fronteras (autarquía).  La natalidad, de todas formas, se incrementó.
En los años sesenta del siglo XX —aproximadamente entre 1960 y 1975— se inicia el período del denominado desarrollismo español con un crecimiento de las ciudades sin precedentes, así como un éxodo rural. En definitiva, las provincias que ganan población lo hacen sumando dos millones de habitantes, mientras que las emisoras de habitantes pierden 2`7 millones. Este desajuste se explica por la permanencia de las migraciones externas, en concreto hacia países europeos que demandaban mucha mano de obra: en el período 1961-1970 salen de España 100.000 emigrantes anuales, mientras que en 1964 se registra la cifra récord con 200.000 salidas. Los destinos mayoritarios eran Alemania, Gran Bretaña y Francia, sin olvidar Bélgica, Suiza o los Países Bajos.
En los años setenta se experimenta en España el Baby-Boom, como resultado de una nupcialidad alta y precoz que, a su vez, deriva en una alta natalidad. Las curvas de TM y TN se encuentran entonces distantes, se producen unos 700.000 nacimientos anuales y el índice sintético de fecundidad muestra sus mayores registros: tres hijos/mujer en 1970, dos hijos/mujer en 1980 y apenas un hijo por mujer en el año 2000.
En los años ochenta, sin embargo, se asiste a la etapa final de la transición demográfica española. El crecimiento de la población sufre una brusca interrupción, aunque la tendencia apunta hacia un envejecimiento sostenido, tanto por el recorte de la natalidad como por la mayor esperanza de vida de la población.
En los años noventa, España se equipara a la realidad europea en el aspecto demográfico. La esperanza de vida femenina se eleva hasta los ochenta años, mientras que el índice sintético de fecundidad es menor a los dos hijos/mujer. Empieza a cambiarse el modelo de migración, con una llegada importante de inmigrantes extranjeros, que primero proceden de países vecinos, pero que posteriormente llegarán desde lugares ciertamente distantes.
Así pues, la población española creció en el siglo XX el 112% , pero se registra un imparable descenso de la tasa de natalidad en España, que ha pasado del 17,78% a principios de siglo al 4,66% en el período 1995-2000. Entre 1955 y 1965 se registró el mayor aumento de la emigración española al extranjero, con un total de 964.916 emigrantes y la población extranjera residente en España pasó de representar en 1900 el 0,3% de la población total al 8,46% en 2005
PIRÁMIDE INVERTIDA
La evolución de la población española a lo largo del siglo XX estuvo afectada fundamentalmente por dos circunstancias: por los efectos derivados de la Guerra Civil, tanto por el menor número de nacimientos como por los fallecimientos causados por la guerra y el posterior éxodo al extranjero, y por la drástica caída de la mortalidad en España a partir del período 1975-1980. Así, en el quinquenio 1975-1980 se registraron 3.192.918 nacimientos, una cifra que se redujo hasta 1.848.433 en el período 1995–2000.
El problema demográfico español se sitúa fundamentalmente en la estructura por edades de la población española, ya que se ha invertido su pirámide de tal forma que el porcentaje de población menor de 16 años, que en 1900 representaba el 36,3% de los residentes, fue disminuyendo progresivamente hasta reducirse al 27,4% en 1980 y, de manera más drástica, al 15,6% en el año 2000.
Por el contrario, la población mayor de 65 años, que representaba al comienzo del siglo XX el 5,2%, se situó en el 9,7% en 1970 y en un espectacular 17% en el año 2000.
Respecto al proceso en el descenso de la natalidad en España, se puede afirmar que ha sido imparable a lo largo del siglo XX, pasando del 17,78% en el quinquenio 1900-1905, al 10,99 en 1935-1940, al 8,94 en 1975-1980 y descender al 4,66% en el período 1995-2000.
LAS MIGRACIONES EXTERIORES
Las salidas de los españoles al extranjero se realizaron durante tres periodos durante el siglo XX: en primer lugar la emigración fundamentalmente a América ocurrida hasta la 1ª Guerra Mundial (1914-918), posteriormente la salida por motivos de exilio motivado por la Guerra Civil (1936-939) y por último el gran éxodo hacia Europa de los años 50 y 60. Es de reseñar también el regreso de los inmigrantes en la última década del siglo.

Julio Alcaide
    La emigración neta de españoles entre 1935-1940, al final de la Guerra Civil, fue de 101.872 personas (142.089 varones emigraron en ese período y se produjo un retorno a España de 40.226 mujeres).
Entre 1955 y 1965 se registró el mayor aumento de la emigración española al extranjero, con un total de 964.916 emigrantes (cifra equivalente al 79,4% del total computado entre 1950 y 1980, los años de mayor emigración en la historia de España).
Por otra parte, la inmigración extranjera comienza a aumentar en España a partir de 1980, se acelera en la década de 1985-1995 y alcanza cifras muy elevadas entre 1995 y 2000, cuando se incorporan a la población española 972.151 inmigrantes netos. Las distintas entradas de inmigrantes elevan a 1,5 millones la cifra de extranjeros residentes en España en el año 2000. Esta cifra se convirtió cinco años después, en 2005, en 3,7 millones de inmigrantes (el 8,46% de la población).

LA MIGRACIÓN INTERIOR
Julio Alcaide
 El estudio refleja también exhaustivamente el resultado de las migraciones interiores durante todo el siglo XX y provincia a provincia.
La evolución de los datos de migración interior es muy ilustrativa cuando se estudia por provincias y comunidades autónomas, y anticipa lo que se produce en el inicio del siglo XXI. Los resultados, que demuestran el trascendental fenómeno de una auténtica repoblación de España basada en la inmigración extranjera, se pueden analizar en el apéndice incluido en la obra para el período 2000-2005.
EL PARO DURANTE EL SIGLO XX
Se pueden obtener conclusiones importantes con el estudio de la evolución del paro, siendo especialmente relevante el efecto de la crisis económica subsiguiente al crack de 1929 y la posterior depresión que llevó a la situación de 700.000 parados sin subsidio. 
Igualmente, se puede ver la evolución del paro al final del siglo XX, con el incremento incesante del mismo desde la crisis económica mundial de 1974 y la corrección iniciada al final del siglo (hasta situarse en 2007 en una tasa de desempleo del 8%).
LOS CAMBIOS EN LA DENSIDAD DE POBLACIÓN
En estos cambios tienen un enorme efecto de las migraciones internas y externas y la inclinación de los habitantes a poblar la cuenca mediterránea, los dos archipiélagos y las grandes ciudades, en detrimento de las regiones interiores y rurales, que llegaron a registrar menor población en 2004 que en 1900.
Este fenómeno de convergencia hacia las regiones más desarrolladas es un arma de doble filo, que se pone de manifiesto cuando se estudian datos económicos como el ahorro familiar, más extendido en las poblaciones tradicionalmente agrícolas, lo que hace pensar en una excesiva dependencia de la economía del país en los sectores industrial y de servicios.
Como muestran los datos de la evolución de la población española residente, su crecimiento a lo largo del siglo XX supuso pasar de 18,6 millones de habitantes en 1900 a 40,8 millones de personas censadas en 2000, lo que significó un crecimiento de la población residente en España a lo largo del siglo del 120%, pasando al mismo tiempo de una densidad de 36,7 habitantes por kilómetro cuadrado en 1900 a 80,7 en el año 2000.
La densidad de la población creció fundamentalmente en Madrid (672%) y Canarias (450%), seguidas de Cataluña (257%), País Vasco (253%) e Illes Balears (216%). También alcanzan un crecimiento superior al 100% las Comunidades de Cantabria (193,3%), Valencia (162%), Andalucía (108,5%) y Murcia (101,5%).   



RECUPERACIÓN DE LA POBLACIÓN EN EL SIGLO XXI
En este siglo XXI estamos viendo que se está recuperando la pirámide de edad de la población española, gracias a la incorporación desde finales del siglo anterior de varios millones de personas, la gran mayoría jóvenes en edad de trabajar y de tener hijos; lo que ha supuesto una auténtica revolución social, con inversión de la tendencia negativa del crecimiento vegetativo de la población e incremento de las afiliaciones a la Seguridad Social y con la ocupación de los puestos de trabajo no aceptados por la población autóctona.
Las cifras de extranjeros residentes en el siglo XXI –referidas al 1 de enero de 2005–alcanzan los 3.730.610 residentes extranjeros. La población extranjera residente en España aumentó en cinco años el 303,8%, pasando de representar  el 2,28% en el año 2000 al 8,46% de la población total española en 2005. Sobrepasando en 2010 el 10% de la población residente en España.
Es preocupante, sin embargo, que la población inmigrante elija para su asentamiento las regiones más desarrolladas, contribuyendo a un mayor desequilibrio en la densidad de población.
En términos absolutos, entre los años 2000 y 2005, las provincias que acogieron un mayor número de inmigrantes fueron Madrid (674.047), Barcelona (498.586), Alicante (218.460), Valencia (180.499), Murcia (155.959) y Málaga (119.902).

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